“Ostras. ¿Esto es de verdad? ¿Yo también lo tengo?” preguntaba asombrado un estudiante. La investigadora les estaba enseñando los microorganismos que había llevado en una placa petri. “¿Tú qué crees?”
Frotaron sus manos y sus móviles con bastoncillos. Nerviosos los aplastaron contra placas petri vírgenes. “En dos días lo veremos” dijo la investigadora. Cuarenta y ocho horas después vieron de nuevo sus placas petri. Las caras de sorpresa y de asco se repartían a partes iguales. ”Por esto en la puerta hay un cartel que dice: lávate las manos y no uses el teléfono durante las clases de pastelería”.