Desde que su relación comenzó, todos a su alrededor notaban algo extraño. Mamá se lo decía, y también sus compañeras de trabajo. Pero Shigella estaba ciega. Pensaba que Ciprofloxacino la quería, y que todo lo hacía porque la amaba. No, eso no era amor. Cipro no le estaba haciendo ningún bien. Por suerte, no era demasiado tarde: había que huir de la fluoroquinolona antes de que Shigella solo fuese un nombre menos en un antibiograma.