He visto cómo destruían mi hogar en repetidas ocasiones, sin que nadie me diera ninguna explicación. Quizás, porque soy algo insignificante, algo que no tiene ningún estatus marino. El caso es que he superado todo. Primero, sobreviví a un vertido de petróleo donde parte de mi familia murió. Después, llegaron los vertidos tóxicos, que casi acaban conmigo. Y ahora, he tenido que emigrar a aguas más tranquilas, alejadas de cualquier rastro de vida humana, después de inundar mi hogar con toneladas de plásticos y mascarillas. Yo seré un ser minúsculo pero ellos, son el fin del mundo.