Nació y creció en un producto lácteo, pero quería ver mundo. Hizo su maleta y partió en la primera cuchara que aterrizó en su yogur. El vuelo hasta la boca fue agradable pero el resto... fue estrujado por la lengua, tragado y se precipitó por el esófago. Mientras caía, Lactobacillus se alegró al ver la piscina allí abajo, hasta que notó que estaba llena de ácido. Casi no lo cuenta. Aturdido, caminó por el duodeno hasta al intestino grueso. ¡Por fin!, ¡a relajarse!. Se instaló plácidamente y de pronto, desapareció. Nadie ha vuelto a saber de él.