Y de repente sonó el timbre...
Por la angosta mirilla le ví... era Genónimo... deslumbrante, encapsulado, ataviado con un collar en su cuello... allí estaba esperando una oportunidad para entrar. A través del portón, con decisión y aplomo, hice mías las palabras del mago gris y con tenacidad grité... "¡¡No puedes pasar!!".
Acechante, él no dejaba de hacer sonar el incisivo timbre... sin amilanarse. No tuve más opción.... regresé al salón e imploré a Poly y a Sacárida que le ahuyentasen. Ellas abrieron la puerta... sin cruzar palabra alguna, él... vencido... se desvaneció.